Ser por el puro placer de ser, y nada más. Esta actitud define a nuestras piezas decorativas. Más allá de su utilidad o inclusive de su estética está la fuerte presencia que de ellas emana.  Poderosas y magnéticas, alineadas con lo atractivo de la belleza; eso que seduce de manera irresistible a la mirada.
 

Por eso brindan en los ambientes un tono de armonía perfecto e inexplicable. Infinitamente susceptibles a la creatividad: flores, inciensos, otras piezas… todo parece contribuir a que la belleza se expanda donde ellas están.
 

Sea para regalo o para uso propio, una pieza de la Galería Tierra Quemada es un presente para los sentidos. Objeto sano de deseo, tan irresistible como infinito.